¿Sufres el síndrome del comedor nocturno?
En este trastorno se come poco a lo largo del día porque el gran consumo llega tras la noche, con la consecuencia de que aparezca sobrepeso y alteraciones del sueño. Descubre si padeces el síndrome del comedor nocturno y cómo abordarlo.
«No entendía lo que le pasaba a mi padre, aunque fuera su hija podía ver esos muchos kilos de más que le sobraban y lo que le costaba dar un simple paseo por el barrio. Lo más extraño es que él no comía demasiado, solía picar un poco por la mañana y tomar algo ligero para comer y con eso decía estar saciado. Hasta que una noche me desvelé y fui a la cocina, mi padre también estaba allí y se estaba tomando un plato de espaguetis que habían sobrado de la comida. Me imaginé que era algo normal, ya que no había comido casi nada en todo el día y me volví a la cama. Pero este comportamiento no se quedó aquí, sino que se repitió una noche tras otra, hasta que decidimos consultar con un especialista. Mi padre sufría el síndrome del comedor nocturno».
¿Qué le ocurre a quien sufre el síndrome del comedor nocturno?
Debido al desorden que se produce con la rutina normal de las comidas, “las personas con síndrome del comedor nocturno suelen presentar obesidad o están predispuestas a serlo”, explica Geles Duch, socia fundadora de la empresa de Grupo de Apoyo Nutricional (GAN).
Según los expertos en nutrición, la ingesta normal diaria debe estar distribuida en cinco comidas. Teresa González, enfermera experta nutricionista del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda en Madrid, explica cómo se deben repartir las calorías a lo largo del día: “el desayuno y la comida deben aportar un 30 por ciento de la energía total, el tentempié de media mañana y la merienda entre un 10 y un 15 por ciento y, por último, en la cena se consumiría entre un 10 y un 20 por ciento de las calorías del día”.
Se estima que un 1,5 por ciento de la población general sufre el síndrome del comedor nocturno y hasta un 42 por ciento son personas obesas
Las comidas deben ir disminuyendo en calorías a lo largo que pasa la jornada, ya que a la hora de la cena el cuerpo no necesita de un gran aporte energético al no someterse a grandes esfuerzos físicos o mentales. Por el contrario, en las personas que padecen el síndrome del comedor nocturno, estos baremos están descompensados, siendo capaces de ingerir hasta el 70 por ciento de las calorías por la noche en esos momentos que pasan despiertos.
El segundo gran efecto de los comedores nocturnos es que estas personas se levantan repetidas veces a lo largo de la noche y este comportamiento puede acabar originando insomnio. “No hay duda de que los niveles de una serie de moléculas del organismo están alterados y, como consecuencia, se modifican también los ritmos circadianos o el llamado ‘reloj biológico’ (relacionados con el patrón de sueño, el humor y los mecanismos de hambre-saciedad)”, aclara la nutricionista Geles Duch.
Otros efectos según la adjunta de Psicología Clínica en el Hospital Universitario de Guadalajara, Mercedes Merino, son la disminución de los niveles de leptina y melatonina durante el sueño, sustancias que están implicadas en la regulación del peso, y que se relacionan con los impulsos de hambre nocturnos y los problemas de insomnio. El aumento de los niveles de cortisol plasmático, implicado en el metabolismo de la glucosa, a través de la secrección de la insulina. Esta alteración, es la responsable de no sentir hambre durante el día. Y debido a los cambios en el reloj biológico, se producen alteraciones en el humor de la persona estando más irritable o triste.
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