El movimiento, la clave del desarrollo emocional y cognitivo en la infancia
Un problema silencioso esta afectando a nuestra sociedad y sobretodo a nuestros niños. Los niños cada vez se mueven menos, y tanto padres como educadores no son lo suficientemente conscientes de las repercusiones negativas que tiene la falta de movimiento en el desarrollo sensorial-motor, emocional y cognitivo de los niños.
En los ultimos años se aprecia un importante aumento de niños medicados por problemas de atencion, concentración, e hipectividad. La privación de juego libre y movimiento está provocando niños inatentos, inactivos, inquietos, ¨blanditos¨, estresados e inseguros.
Esto tiene que ver con los hábitos de vida moderna que determinan que los niños pasen mucho tiempo en casa, no tengan espacios al aire libre para jugar y utilicen intensivamente la tecnología desde edades muy tempranas.
Los niños ya no saltan, no se balancean, no corren riesgos, en definitiva no se encuentran físicamente listos para iniciar los aprendizajes académicos ni adaptarse a las demandas constantes de su entorno.
Direfentes estudios e investigaciones demuestran la importancia del movimiento en el aprendizaje, y el desarollo cerebral infantil. Un artículo publicado en el American Journal of Play detalla no solo cuánto tiempo ha disminuido el tiempo de juego libre y movimiento de los niños, sino también cómo esta falta de juego está afectando a su desarrollo emocional, y provocando un aumento de la ansiedad, problemas de atención y autocontrol.
El profesor Charles Hillman de la University of Illinois afirma « nunca en la historia de la humanidad los niños se han movido y han jugado tan poco, y eso no sale gratis ».
Es fundamental que como especialistas en desarrollo hagamos ver a padres, profesores y responsables políticos del importante papel que desempeña el movimiento y juego libre en el desarrollo cerebral de los niños.
Los estudios cientificos y nuestra experiencia clínica multidisciplinar nos permite afirmar que más del 60% de los niños que fracasan en la escuela es porque han iniciado sus aprendizajes escolares sin haber desarrollado correctamente desde bebés: un orden corporal, el control de su movimiento, un conocimiento del espacio, una motricidad precisa, una correcta función visual o auditiva, y una correcta lateralización, imprescindibles para aprender.
Es importante conseguir un desarrollo armónico del niño durante los primeros años de vida, porque el desarrollo de los mecanismos de control, de coordinación y de automatización de los movimientos, en caso de disfunciones altera severamente la integración del esquema corporal y la orientación en el espacio.
No basta con etiquetar a un niño de torpe o mal estudiante, debemos ayudarle para que no lo sea.Si no se detectan o previenen los problemas sensoriales y motrices de forma precoz muchas dificultades que, más adelante, si no se resuelven, contribuyen a engrosar el capítulo de los niños inteligentes que padecen problemas de bajos rendimientos y de fracaso escolar, con todas las consecuencias que ello comporta en el campo del desarrollo personal y afectivo.