La anorexia y el Whatsapp
Ana y Mia ya no sólo se animan, sino que se dan consejos y comparten «carreras de kilos» por internet. Las redes sociales y la mensajería instantánea permiten a personas que padecen anorexia (se autodenominan Ana) y bulimia (Mia) estar 24 horas en contacto. LA RAZÓN ha podido acceder a uno de estos grupos al que se le añade una característica más: es un chat internacional en el que participan más de 50 jóvenes. A él acceden chicas, sobre todo adolescentes, de todas partes del mundo y, aunque pasan más desapercibidos, también se agregan chicos que suelen ser meros lectores. «¡Hola, princesas!». Así arranca una charla que nunca termina, ya que con la diferencia horaria, el «bip» que avisa de un nuevo mensaje no cesa. «A ver, vamos con la Navidad, que me ha dejado obesa», escribe una de las chicas. «Yo gorda, como siempre. Me siento fatal, quiero morirme», responde otra. Tanto el nombre del grupo, «Dulce adicción»; como la foto de perfil que pone su administradora– una mujer a la que se le marcan todos los huesos–, una adolescente española, deja claro la intención de esta «reunión» que arrancó en septiembre de 2014, cuando crearon este grupo al que van entrando y saliendo nuevos números casi a diario.
¿Está sustituyendo el WhatsApp a las páginas web proanorexia y probulimia? «No, están creciendo en paralelo porque siguen acudiendo a internet para buscar «tips», parafernalia, credos o frases con los que se apoyan», explica Guillermo Cánovas, presidente de la asociación Protégeles, que lleva muchos años alertando de este tipo de movimientos. Y es que estos grupos son mucho más peligrosos porque «la privacidad que da la mensajería instantánea no permite controlarlos. Además, como el número de personas está limitado, es difícil captarlos».
Ellas buscan otra mente que las comprenda, «es uno de los rasgos de esta enfermedad. Siempre quieren tener a alguien que les guarde el secreto», sostiene Lidia Fernández, trabajadora social de la Asociación Para la Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (Adaner) en Málaga. Este organismo trabaja cada día con los afectados y «lo primero que se hace es cortar la relación que pueda existir entre dos chicas porque se pueden poner peor», añade. Y el grupo al que accedemos no hace más que corroborarlo. «¿Quién ayuna mañana?», «Yo empecé ayer e iba bien, pero por la noche comí pizza y vuelta a empezar», le contesta otra de las chicas. La conversación sigue: «Yo no como nada. He comido tortilla y la he vomitado». «Por suerte», añade.
Relatan cada uno de sus «logros»: «Hoy de momento no he comido nada. Bueno, un vaso de zumo para tomarme una pastilla, pero son sólo 20 kcal». «Estoy haciendo ejercicio en mi habitación», comenta otra. Uno de los temas más recurrentes es cómo evitar que los padres se den cuenta de que están enfermas. «Me vigilan para comer. Quieren que me acabe el plato completo». Le responden con tres de los atributos que definen a estos enfermos: «Constancia, dedicación y fuerza de voluntad». Y es que éstos son rasgos que ayudan a detectar el problema. «Aunque es una enfermedad multicausal, sí que suelen ser personas obsesivas, muy perfeccionistas y la mayoría con excelentes expedientes académicos», asegura María del Mar Herrero, psicóloga sanitaria que trabaja para la asociación Adefab (Asociación de Familiares de Anorexia y Bulimia) de Burgos. Ella, al igual que el resto de expertos, tiene claro que «buscan un mismo círculo para animarse entre ellas y sentirse respaldadas».
También comparten sus momentos de desesperación. «Se me rompió una muela por falta de calcio. De verdad, quiero dormir mucho tiempo porque ya no aguanto». Al contrario que en otros grupos en los que se fomenta la autolesión, en este caso, el resto de jóvenes sólo intentó animar a la joven que les había asegurado que se había tomado demasiadas pastillas. Tiene 26 años.
Los padres de muchas de ellas ya están alerta de la situación y por eso intentan estar pendientes durante todo el tiempo. Ya no sólo vigilan las webs que visitan, si no, como ellas mismas explican, también controlan sus móviles y lo saben. «Creo que el grupo debería tener una imagen y un nombre que cuando las personas revisen nuestros celulares no sepan de qué se trata». «Sí a mí nadie me toca el celular, pero sé que a varios sí», añade otra. «El 1 mi ex descubrió el grupo y me hizo borrarlo». Al final, la administradora decide poner la foto de una modelo y otro nombre. Que las jóvenes «tengan esta nueva forma de ponerse en contacto nos perjudica mucho porque si ya nos cuesta intentar que los mensajes de Twitter se minimicen, con grupos cerrados es aún más difícil». Se comentan los pesos de cada una de ellas y cómo llevan los objetivos que se fijan, lo que denominan «metas». Para ello, tanto en los foros on-line como en los grupos se retan a lo que llaman «carrera de kilos», por las que intentan obtener lo que su enfermedad les indica que es su peso perfecto. Y es que, como alerta Herrero, «la Navidad es una época muy mala. Es peligrosa para recaer o empezar con el problema porque se cometen muchos abusos. Muchos cuando terminan las fiestas se apuntan al gimnasio y ahí arranca, en bastantes ocasiones, la obsesión y el problema». De lo que no hay duda es de que, como dice una de las chicas del grupo, «si existen personas fuertes, ésas somos nosotras. Tenemos mucha fuerza de voluntad».
A medida que transcurre el día, van contando muchos de los problemas de salud que provocan la desnutrición. «Anoche me dio un mareo bien feo. Mi madre me llevó a la cama y me dijo que casi no como. Se tornó todo negro y rojo. No escuchaba nada». Como explica la joven un poco más adelante, ese día sólo había tomado un té y aún así se lamenta: «Pero tenía azúcar, así que no es ayuno. Se podía haber dado cuenta de que soy anoréxica». La respuesta de una de ellas explica la existencia de estas charlas: dar consejos para ocultar el problema. «Intenta evitarlo con excusas: ‘‘Me estoy cuidando’’ o algo así…». Ellas mismas sacan sus conclusiones de lo que le ha ocurrido: «Tendrás anemia porque si pesas 51 kilos estarás llegando a tu límite pronto». En el grupo, además de dietas, tablas que cuentan calorías o ejercicios, también se recomiendan adelgazantes como la sibutramina, el dimagrir o la fentermina, muchos de ellos necesitan prescripción médica. Entra una nueva joven: «Hola, chicas, estoy encantada de poder estar entre vosotras».
«Me corté, chicas»
Como explica la psicóloga sanitaria María del Mar Herrera, «las autolesiones son un síntoma más que refleja que la gestión de las emociones les cuesta mucho». Es el caso de una de las chicas que participan en el grupo y que envía fotos de su tripa y de su brazo, en los que se ha hecho numerosos cortes: «Me corté, chicas». Eso sí, en este caso, le insisten en que no lo haga: «Estamos esforzándonos por ser preciosas y eso es todo lo contrario». De acuerdo con Herrero, además del autocastigo, «las lesiones a veces se las producen para sentirse vivas».
Artículo de Belén V. Conquero, recogido de este periódico.